domingo, 27 de junio de 2021

"Constitucionanistas" Españoles y Felpudo VI

El Máster, indudablemente, te proporciona una razón para perfeccionar tu formación. Pero, pese a que considero que hubo profesores, clases y, por encima de todo, compañeros de muy alto nivel, la gran mayoría eran de un nivelillo que definiría como regular tirando a malo. Realmente, yo creo que al final el buen profesor universitario debería ser erudito de su disciplina, e idealmente debería añadir a lo anterior cierta capacidad para aportar ideas originales o ser receptivo a las ideas originales que puedan tener terceros. No en el sentido de estar de acuerdo necesariamente con las mismas, pero sí en el sentido de estar abierto e escucharlas y confrontarlas con respeto y poniendo en la réplica toda su atención, en lugar de alejarlas de sí con un manotazo como si se tratase de un mosquito, o de despacharlas con el mismo tipo de comentarios condescendientes que se dedicarían a un niño o un anciano pesados.

Desde luego, la originalidad en el ámbito del constitucionalismo español brilla por su ausencia. No es que la originalidad sobreabunde por otros lares, pero a veces cuesta entender la mal disimulada satisfacción que los partidarios del actual sistema político tienen con el extremadamente mediocre y deficiente funcionamiento de nuestra institucionalidad. Llaman "éxito rotundo" a un sistema que, en solo cuarenta años (que son muy poca cosa en términos de relevancia histórica), ha conseguido que no le queden prácticamente adeptos genuinos, y llevar al país a un quiebre social doblemente grave por venir acompañado de un quiebre nacional en virtud del cual amplias regiones de España han reafirmado sus deseos latentes de relativizar o anular por completo sus vínculos con el resto del país. Y los han reafirmado hasta el punto de intentar positivamente la ruptura de España. Todo ello pese a que, en teoría, las cesiones absurdas hechas en 1978 en virtud de las cuales se fue configurando el Estado de las Autonomías tenían por objeto contentar a centralistas y separatistas con una especie de solución intermedia.
 
Indudablemente, el triunfalismo conservador no es exclusivo de España. En otros países del mundo tal vez sean igual de conservadores, pero al menos sus sistemas exhiben logros de los que no puede presumir el constituyente de 1978. O, por lo menos, no exhiben fracasos tan estruendosos.
 
Sin embargo, el verdadero motivo de mi preocupación no son estos cretinos triunfalistas que alaban las virtudes de la misma Constitución y del mismo modelo político que nos ha llevado a la desastrosa situación actual. Más me preocupan observar cómo sus contrarios, en general, no son mejores en su iconoclastia ni en su desaprobación del estado de cosas vigente. Unos y otros, cuando proponen reformas de cualquier clase, parecieran congénitamente incapaces de imaginar soluciones algo innovadoras. Y esto no es lo malo, porque es difícil ser innovador incluso queriendo serlo. Lo verdaderamente aterrador es comprobar que los constitucionalistas y politólogos españoles parecen sentirse a sus anchas instalados en la mentalidad del "Copia y Pega", y encima añaden a esa propensión otra consistente en sentir iresistible atracción digna de mejor causa por soluciones harto cuestionables ensayadas por los países (ya sean Alemania o Venezuela) que en cada caso les susciten admiración.

Y todavía peor que esa tendencia tan actual del "Copia y Pega" es comprobar cómo también a quienes más ácidamente critican el estado de cosas reinante en España les entra una especie de "conservadurismo reaccionario instintivo" que los lleva a hacer una defensa cerrada de ciertas instituciones que se les antojan vetustas, y por ende "amigas" y buenas. Lo cual no me importaría si tales instituciones merecieran dicha defensa por resistirse claramente a los procesos en marcha, ya sea en el ámbito de lo nacional, de lo social, de lo cultural o de lo religioso. Pero si me importa una vez constato que dichas instituciones no oponen una resistencia seria a tales procesos, o incluso colaboran activamente con ellos.

Evidentemente, en la España actual, VOX es la única plataforma política relevante de que disponen quienes están en desacuerdo con la destrucción de la unidad nacional, con la imposición de las políticas de ingeniería social (ya sean estas de tipo feminazi, LGTBI, multiculti-xenófilas, neomalthusianas, transhumanistas o de cualquier otro tipo), con la visión típicamente despreciativa del propio legado cultural occidental e hispánico, o con los desprecios y humillaciones constantes y permanentes que enfrenta hoy en día una profesión pública y desacomplejada de la fe cristiana (muy particularmente en su versión católica). 
 
Eso no se debe a la imposibilidad de que fuera de otra manera. Podría haber otras formaciones políticas que respondieran a esa misma sensibilidad pero que albergaran una visión muy distinta de muchas cuestiones económicas, o de política nacional (necesidad de promover el español frente al inglés) o internacional (necesidad de revisar las alianzas internacionales de España y su pertenencia a organizaciones como la UE o la OTAN). Por la razón que sea, no es el caso, y esto es cosa que algunos lamentamos amargamente. Nos gustaría experimentar la maravillosa sensación de que, además de entre el blanco y el negro, se nos deja elegir todas las combinaciones posibles de gris, y también el resto de colores del espectro cromático. De momento, eso es pedir peras al olmo.

Dicho esto, ¿a qué instituciones defiende de manera absurdamente cerrada VOX, y en general el espectro de la sociedad española a que representa? Pues son unas cuantas: Fuerzas Armadas, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Jueces y Magistrados, Empresariado, Aliados Anglosajones (que para ellos vienen a ser otra institución más)... Pero, por encima de todas ellas, brilla con luz propia la Corona. Se da en todos estos casos una insensata santificación de instituciones que no están en absoluto libres de pecado y en nombre de las cuales está fuera de lugar andar tirando tantas piedras. Parece que todas estas instituciones fueran la Nación misma, en lugar de meras servidoras de la Nación (útiles solo mientras sepan servir los intereses nacionales de España). Y la impresión que uno se lleva es la de que se apoya sistemáticamente a todas estas instituciones (menos a los Aliados Anglosajones, que, como "institución" peculiar que son merecen mención aparte) solo porque todas ellas desprenden tufo a rancio.

Con ello no estoy despreciando a ninguna de las instituciones citadas. En general, no creo que ninguna de ellas sea prescindible. Las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y la Guardia Civil, la Judicatura, el Empresariado... Todos ellos merecen nuestro apoyo, y todos ellos son herramienta clave para la purificación de nuestro sistema político y de esta sociedad española contemporánea tan estragada a causa de los obstáculos que la partitocracia ha impuesto a lo que debería haber sido su desenvolvimiento lo más autónomo e imparcial posible. No diré "apolítico", porque la apoliticidad es imposible. Pero es un hecho que todas son instituciones o realidades sociales en mayor o menor medida intervenidas por la partitocracia, muchos de cuyos componentes están cómodos, medran y prosperan en esa situación, que de ningún modo quieren que se termine.
 
Las Fuerzas Armadas, indudablemente, deben subordinarse de ordinario al poder civil. Pero lo sucedido en Ceuta cuando el cruce masivo del mes pasado, en mayo, no fue en absoluto un suceso ordinario. Fue una invasión en toda regla orquestada por Mohamed VI ante la cómplice inactividad gubernamental. Si las Fuerzas Armadas estuvieran a la altura de lo que la España que vota a VOX espera de ellos, habría rechazado la invasión, incluso a costa de abrir fuego, y sin necesidad de recibir órdenes a tal efecto. O incluso contra la orden expresa del Gobierno en el caso de que éste, como supongo que habría ocurrido, les hubiera ordenado deponer su actitud.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado nos inspiran simpatía cada vez que el típico perroflauta boludo-chevique o separatista con pintas horribles y mocos en forma de rastas saliéndole de la nariz se queja de haber sufrido violencia policial. Cuando esperpentos parecidos a ese asesino repugnante que es Rodrigo Lanza* (que, obviamente, rara vez serán de tan nula catadura moral, pero dan la misma grima estética) reciben unos pocos golpes tras un lance con la Policía o con la Guardia Civil, la España que vota a VOX, en la que me incluyo, lamenta amargamente que no hayan recibido más leña. Pero en este tiempo de "plandemia", han sido policías y guardias civiles los que han puesto multas por inobservancia de las restricciones (muchas de ellas no sé si absurdas, pero desde luego mal explicadas e incomprensibles, y por eso mismo difíciles de soportar). Y no critico esto, porque entiendo que se obedecen órdenes, y que un cristiano debe someterse de ordinario a los mandatos del poder, tanto si los comparte como si no. Lo que critico es lo que me han constatado muchos amigos y familiares: la delectación que mucho hijoputilla metido a policía o guardia civil ha experimentado al cumplir las órdenes del Gobierno.
 
Peor aún, he hablado del COVID, en relación con el cual en general comprendo en líneas generales la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. No comprendo, en cambio, como éstas se hacen cómplices de los constantes agravios criminales que nuestra partitocracia comete contra la población civil, a la que niegan, por ejemplo, la más elemental defensa de derechos sagrados, como la propiedad de la propia vivienda o de casas cuyos alquileres redondean de forma decisiva los ingresos de quienes los reciben. Y esa crítica la dirijo también a Jueces y Magistrados. Una cosa es que la Policía o la Guardia Civil te paren y te paren y te multen por no llevar puesta una mascarilla y que luego el Juez lo avale; y otra cosa muy distinta es que te digan, tras haber sido invadida tu casa por "okupas kabrones", que te pongas a la cola y esperes tu turno, que te gastes los dineros en hoteles o pidas cobijo a tu hermano cual mendigo sin techo bajo el cual caerte muerto; porque ellos hasta dentro de no se sabe si meses o años no van a poder hacer nada por tí. Si la Policía no de devuelve tu casa en 24 horas, ¿para qué coño sirve?

Y no me vale la excusa de que reciben órdenes que tienen que cumplir. Como tampoco me vale en los Jueces la excusa de que tienen que legislar conforme a la Ley. No me importa cómo hubieran de solucionarlo, pero deberían solucionarlo, y de manera inmediata. Se prevarica por infinitas malas causas y nunca pasa nada. No estaría mal alguien con arrestos como para "prevaricar" contra legislación que en sí misma es prevaricación. El domicilio es inviolable (art. 18.2 de la Constitución); y si no es domicilio poco importa. No me importa que el art. 47 de la Constitución diga que todos tienen derecho a una vivienda digna (precepto que les gusta mucho a los okupas y a sus valedores políticos del PPSOE y PODEMOS); porque incluso si eso justificara privar de la propiedad, el art. 33.3 de la Constitución lo dice claro: "
Nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto por las Leyes." Que aún te dicen que si las Leyes prevén normas favorables a los okupas, te jodes como Herodes. Pero es que una Ley que anula de facto el contenido de una norma superior constituye lo que se denomina "fraude del Derecho", que es una de las formas más habituales y flagrantes de conculcación de la juridicidad.

En última instancia, me da lo mismo que el día de mañana se redacte la Constitución de la "Repúblika Okupa de Expaña". Sé que lo que voy a decir no está de moda en este siglo, pero hay normas por encima de la propia Constitución escrita de un país. El Derecho positivo vincula... Hasta que cruza determinadas líneas rojas y deja de vincular para nada, momento en el cual es legítima la desobediencia, y puede ser necesaria incluso la rebelión armada contra ese Derecho desnaturalizado. El cristiano, si se toma en serio su religión, y toda persona que crea en la existencia objetiva del Bien y del Mal morales debe entender que existen mandatos naturales vinculantes para todos en toda circunstancia; y que cuando éstos son desoídos, no hay peros que valgan. Los deberes de obediencia al poder constituido desaparecen.

Conste que no abogo por el desorden social más radical. No pretendo que la Policía y los Jueces desconozcan con carácter general la autoridad del Gobierno, ni aún de este Gobierno boludo-chevique y socialtontócrata que padecemos. Pero es evidente que dicho Gobierno incurre en abusos criminales que estamos hartos de soportar, y que se impone no secundarlo en tales abusos. En los años previos a la Guerra de Secesión de EEUU, los políticos como el demócrata Stephen Arnold Douglas, tibios en la cuestión de la esclavitud, decían que no era necesario prohibirla en los territorios no organizados como Estados y sin Ley definida al respecto, porque en la práctica se haría lo que la gente que allí vivía quisiera. No se aplicarían Leyes terribles como la Ley del Esclavo Fugitivo, porque ni aún los funcionarios, jueces y policías estarían por la labor de mover el trasero para devolver esclavos negros a sus prisiones sureñas. No estoy de acuerdo con los planteamientos de Douglas (tenía razón Lincoln: era necesario prohibir la esclavitud). Sin embargo, es importante considerar la verdad de sus palabras. Si, a la hora de la verdad, los funcionarios que sirven al poder se dan cuenta de que, antes que esbirros del poder, son tan hijos del pueblo como el ciudadano común, la desobediencia de Leyes inicuas no es una fantasía de imposible cumplimiento, sino algo fácil de llevar a la práctica, y la mejor manera de enviar al poder el mensaje de que es conveniente que derogue para siempre tal clase de Leyes.

En resumidas cuentas, que la defensa cerrada de instituciones en las que coexisten patriotas genuinos con genuinos perros de presa del poder es absurda, estúpida y muy contraproducente para el país. En lugar de exigir a esas instituciones que cumplan su papel, y que nos protejan eficazmente, las disculpamos porque "no pueden evitar cumplir órdenes". No se trata de ir contra ellas, que eso se lo dejo a PODEMOS y a los separatistas. Se trata de ser ecuánimes, y de asumir los defectos de esas importantes e imprescindibles organizaciones a fin de que, si llega el momento en que se las pueda reorganizar, se las reforme de tal modo que empiecen a servir de verdad a esa España que tan identificada se siente con las mismas. Y de exigirles que vayan corrigiéndose desde ya. La Revolución Francesa triunfó en parte porque, puestos en la tesitura de disparar contra sus conciudadanos en nombre del Rey, o contra el Rey en nombre de los derechos naturales de sus conciudadanos, eligieron lo segundo.

¿He dicho que ninguna de ellas es prescindible? Pues tengo que corregirme. Porque, precisamente, la más cerradamente defendida de todas estas instituciones es la que todas las evidencias apuntan ser nada necesaría, y por ende la que más fácilmente se podría reemplazar, en todos los aspectos. El lema que desde hace tiempo ha popularizado VOX es V.E.R.D.E. ("Viva El Rey De España"), y no "Viva la Judicatura", ni "Viva la Guardia Civil". Es a la Corona a la que se ha defendido de toda crítica más allá de lo razonable. Hasta el punto de incurrir en el absurdo y, en un mundo lleno de Repúblicas históricamente funcionales (ahora ya no tanto, pero por razones que sería largo resumir en esta entrada), entre las que brilla con luz propia EEUU, rebuznar tonterías tales como que un Rey es más barato que un Presidente; solo por llevar la contra a los que afirman que un Presidente sale menos que un Rey (no tienen razón unos ni otros: habría que ver país por país, y considerar si hablamos de Presidentes simbólicos como el de Italia o Polonia, o de Presidentes poderosos como los del continente americano o la V República Francesa). VOX ha rechazado investigar al Demérito, como si España le debiese tanto que cualquier culpa que hubiera contraido palideciera ante la inacabable e inabarcable relación de sus méritos.

Y España no le debe nada; ni tiene el Demérito mérito alguno más que los imaginarios. Más bien es él quien debe todo a España, o, para ser más exactos, a Francisco Franco Bahamonde. Lo que digo no para avergonzarlo, porque creo que es un honor muy grande ser heredero del más grande gobernante español de los últimos siglos. Pero lo remarco porque hay hoy todavía tontos muy tontos que piensan en serio que la España de 2014 (año de la abdicación del Demérito) es mejor que la de 1975. Yo no lo veo por ninguna parte. Y si hablamos de 2021, Año de los Indultos, pues peor me lo ponéis. El Demérito es un ejemplo clásico de hijo pródigo que tira por la borda años y años de trabajos del padre. Es una maldita cigarra que ha devorado mientras ha podido la herencia de una hormiga. Vividor y follador, que no ha vacilado en firmar, como siempre tiene a bien indicarnos el historiador don Pío Moa (tan ilustre como tristemente poco escuchado), una Ley como la de Memoria Histórica que deslegitima implícita y casi hasta explícitamente su propio reinado. A lo que yo añado que también ha firmado todo lo demás. Como, según ahora se pone de manifiesto, también lo firma ahora Felpudo VI.

No es que yo pretenda que los Reyes están para no firmar nada. Hasta entiendo el argumento de que muchas cosas que en el pasado ha firmado el Demérito no tenía más remedio que firmarlas porque lo contrario implicaría desnaturalizar una función de mero representante simbólico de la Nación, que no gobernante efectivo de la misma. Entiendo todo eso de que el Rey "reina pero no gobierna". Y, sin embargo, si antes, hablando de Policía, Guardia Civil y Judicatura, he dicho que deberían resistir aquellos mandatos injustos que claramente contravienen el Derecho Natural, ¿cómo podría dejar de decir lo propio del Rey?

Se supone que esperamos algo de la preservación de la Corona. Y yo lo comprendería si hubiéramos preservado algo que no hubiésemos podido conservar de habernos constituido a la muerte de Franco como una República. Después de cuarenta años de constante degradación, a lo largo de los cuales ha quedado claro que no hay uno solo de los males que tememos y queremos combatir de los que nos proteja la preservación de la figura real, creo que corresponde pasar definitivamente página del monarquismo acérrimo de tintes folclórico-subnormaloides, y desentendernos del destino de Felpudo VI.
 
Las testas coronadas de toda Europa han asumido que su única función es la de convidados de piedra que firman cualquier barbaridad que se les ponga por delante. Han asumido que la única forma de permanecer en el trono es ponerse permanentemente de perfil, e intentar no enemistarse con nadie. Parecen no caer en la cuenta de que ya están enemistados de entrada con la racionalidad y con el principio electivo que inevitablemente inspiran a los regímenes contemporáneos hijos de la Ilustración y nietos del Clasicismo Grecorromano resucitado. Nunca van a gozar del respaldo unánime de la sociedad, porque el principio hereditario sobre el que se sustentan es un atropello a todo sentido de justicia contemporáneo; y ya nadie compra el principio de legitimidad como precio a pagar por la paz, como en siglos pretéritos. Porque ha quedado acreditado que los regímenes basados en la elección pueden funcionar incluso más ordenada y pacíficamente, y por espacio de siglos. En definitiva, que el único sentido de un Rey en la Europa contemporánea es hacernos sentir conectados con la noble tradición de muchos siglos, y simbolizar el carácter perenne del Estado y su intangibilidad. Cosas que podemos aceptar que de forma simbólica se organicen no democráticamente porque están por encima de la democracia.
 
Ahora bien, para simbolizar el respeto a la permanencia del Estado y a la tradición y a la cultura del pueblo que lo anima, es preciso abstenerse de atacarlos. Es un grave error de los Reyes contemporáneos firmar las hodiernas Leyes por medio de las cuales se implementa la ingeniería social, se incurre en el revisionismo histórico en clave progre, o se declara la guerra contra la práctica pública e incluso privada de la religión cristiana. No solo en un sentido moral, que también y ante todo. También es un error desde una perspectiva utilitarista, porque es esa base social amante o por lo menos respetuosa de las tradiciones la única fracción de la sociedad que puede realmente desear activamente la preservación del Estado-nación y de la cultura que lo ha forjado, y que por ende puede considerar realmente útil la existencia de la Monarquía a tal fin. El resto de la sociedad a lo más a lo que puede llegar es a una mera aceptación pasiva de la Monarquía, pero no a un compromiso firme en virtud del cual estén dispuestos a actuar decisivamente para impedir que otros (en nombre de la democracia, el mérito, el igualitarismo o todo a la vez) se la lleven por delante.

Sin embargo, a este error ya asentado (a nadie le escandaliza ya que un Rey firme lo que sea en materia social), se une ahora el segundo error, que es el que acaba de cometer Felpudo VI al firmar los indultos a los líderes separatistas catetolanes. Ya sabíamos que de nuestro Rey Felpudo VI no podíamos esperar que se negara a firmar una Ley de ingeniería social. Pero, a raíz de su discursito de octubre de 2017, muchos entre quienes no me incluyo consideraban que se había ganado cierto crédito como posible dique de contención del desafío separatista. Se atribuía una importancia al discursito que yo honradamente creo que no tuvo, pero que tal vez tuviera. Es incierto lo que habría hecho el nunca suficientemente maldecido Gobierno de Rajoy si Felpudo VI no hubiera abierto la boca. Aunque tampoco hizo mucho pese a que el Rey hablara entonces, ni sabemos tampoco hasta qué punto las palabras de Felpudo VI fueron propias o dictadas desde el Gobierno u otras instancias.
 
En cualquier caso, era ahora cuando tenía que haber demostrado que al menos si estaba dispuesto a poner en riesgo su maldito trono finalmente devenido inútil a fin de contribuir a inclinar la balanza verdaderamente decisiva de la opinión pública a favor de la adopción de una política de salvación nacional de España. Lo cual no habría demostrado mucho, pero sí al menos un sano sentido de autoconservación. Un entendimiento de que, si de verdad quiere salvar el trono de España, no tiene más remedio que ganarse a aquella parte de la ciudadanía, da igual que minoritaria, a la que verdaderamente la importa la preservación de España y/o su cultura. La gran masa de españoles que no consideran que les vaya nada grande en la preservación de España (y son millones, seguramente la mayoría) parece bastante claro que menos todavía van a echar en falta al Rey que a la propia España.
 
No niego que el Rey habría arriesgado su trono negándose a firmar los indultos. Y habría podido perderlo. Pero más probable es que lo hubiese conservado y fortalecido. Aunque creo que solo una minoría del país es genuinamente patriota, creo que la gran masa de españoles son pasivos, pero más proclives a comportarse como patriotas pasivos que como antipatriotas pasivos. Seguramente, la postura del Rey habría entusiasmado a la España que vota a VOX sin enajenarle seriamente la simpatía de la España que vota PP, C's e incluso al PSOE y a partidos regionalistas en las regiones no especialmente infectadas de virus separatista. Por eso mismo, pienso que Felpudo VI habría ganado un referéndum, provocando este hecho muy probablemente un vuelco en la situacion política del país. Y no es solo idea mia, porque personajes mucho más significativos que yo en el ámbito mediático y cultural como don Pío Moa también lo pensaban.

Yo, que por principio no repudio el título de Rey, pero si abomino del principio hereditario, habría votado sin dudarlo en tal referéndum a favor de Felpudo VI, y no me estaría refiriendo ahora a él con este muy acertado apodo. Seguiría pareciéndome un Rey no demasiado satisfactorio por causa de las cuestiones relacionadas con la ingeniería social, pero se habría ganado mi respeto y hasta simpatía en grado suficiente como para apostar por él, ya que no en calidad de Bien, si en calidad de Mal Menor. Igual que ahora hago con VOX. Y tal vez, después de él, el recuerdo de un comportamiento gallardo de este Rey hubiera podido hacerme volver a posicionarme a favor de Leonor si en el futuro se pusiera en cuestión su trono (siempre y cuando hubiese correspondido al obrar de su padre).

No lo ha hecho. Ha firmado. Ha aniquilado el efecto de sus propias inútiles palabras del discursito de 2017. Como también con anterioridad consumara los atropellos ya iniciados por el Demérito (menudo chuloputas) contra la memoria de su gran benefactor, Franco, al permitir la profanación de sus restos y su traslado fuera del Valle de los Caídos. Ha demostrado ser un Felpudo VI con la boca abierta a modo de retrete que traga todo lo que le echen. Ha demostrado que los temores de los retrasados que viven chillando horrorizados ante la idea de que la Jefatura del Estado la ostente Pedro Sánchez son infundados, porque a efectos prácticos la Jefatura del Estado siempre ha estado vinculada a la Presidencia del Gobierno. ¿De qué manera salvaría supuestamente la unidad del Estado si también firmaría las Leyes o Tratados que la destruyeran, por no tener más alternativa so pena de perder el trono? Que, de por sí, es una excusa patética. ¿Para qué queremos Reyes que ponen su trono por encima de España?
 
Indudablemente, la mayoría de los Reyes que en la Historia han sido se han puesto sus intereses muy por encima de los de los pueblos y tierras sobre los que gobernaban, a los que han guardado poca o ninguna fidelidad. En eso, Felpudo VI no es diferente de la mayoría de sus antecesores. Pero es que, y parece mentira tener que recordarlo, sus antecesores lejanos eran Reyes que venían impuestos por una combinación de fuerza y tradición incuestionable. Y sufrirlos normalmente era más beneficioso que no resignarse a hacerlo, puesto que más sufrida era la anarquía feudal. Por otra parte, los Reyes pretéritos pondrían a menudo sus intereses por encima de los del país, igual que ahora hacen los políticos. Pero es que precisamente se trataba de "Reyes políticos". No obstante, hay motivos para pensar que en la mayor parte de los casos eran menos marrulleros que nuestros políticos contemporáneos por ser más segura su posición; y, más importante que esto: su posición la ejercerían bien o mal, digna o indignamente. Pero era útil. Como útil es la posición de Pedro Sánchez, con independencia de que tengamos la peor opinión de él. En cambio, los Reyes contemporáneos, igual que las Cortes españolas contemporáneas, han devenido completamente inútiles desde el punto de vista de la política ordinaria. 
 
Aunque con una diferencia: la inutilidad de las Cortes es concreta, no abstracta. En abstracto, precisamente, podrían y deberían ejercer un papel mucho más útil y fundamental que el que actualmente ejercen. Los Reyes, en cambio, son inútiles desde el punto de vista político ordinario, y lo son tanto de manera concreta como en abstracto. La única manera en que pueden compensar esa inutilidad política ordinaria es marcando una diferencia en los momentos que se salen de lo ordinario. El Rey, o es útil políticamente de manera puntual y extraordinaria, o no tiene razón de ser. Ya se han indicado arriba dos ámbitos en los que podría ser extraordinariamente útil, tanto por lo puntual como por el valor de su actuación: para defender la permanencia, integridad e intangibilidad del Estado; y para actuar como Sumo Sacerdote de su más elevada y mejor tradición cultural. 
 
Apunto una tercera forma en que podría ser útil: como gran Defensor del Pueblo, dedicado a dar aliento a quienes en un momento dado necesitan sentir al Estado no como una realidad puramente abstracta y alejada, carente de entrañas y corazón; sino como una realidad cercana y con rostro, a ser posible amigable. El Rey, receptor de quejas y peticiones, reparador puntual y a pequeña escala de agravios, animador de las mejores esencias del pueblo. El Rey que visita hospitales, consuela víctimas, da apoyo moral a cuantas causas nobles y merecedoras de apoyo razonablemente unánime de la sociedad merecen ese apoyo que la sociedad puede dar por medio de un representante autorizado... Y con tiempo, que es lo que tiene un Rey y no puede tener un verdadero gobernante ni aún queriendo.

El Rey debería estar del lado de las pulsiones más profundas y primarias de lo mejor de la sociedad, pero también de las pulsiones más profundas y primarias de la gran masa de la sociedad. En tanto que garante del Estado y su Cultura, un Rey sensato habría de ser de extrema derecha confesional; y en tanto que Defensor del Pueblo, no le quedaría más remedio que ser un demagogo populista de extrema izquierda marxista, enfangado de lleno en la lucha de clases a favor siempre de las clases medias y de las clases altas socioculturales frente a las clases altas socioeconómicas y las clases bajas socioculturales, de las clases bajas socioeconómicas frente a las clases medias y altas. En ambos casos, con las solemnes y sobrias formas propias del más centrado centro, pero revistiéndolas de confesionalidad cristiana. Esto permitiría que el Rey, sin enajenarse el apoyo de esa base social patriótica y minoritaria que necesita a toda costa preservar para consolidar su posición institucional, ganar el apoyo entre la gran masa de ciudadanos pasivos, que seguramente no correrían riesgos para asegurar su permanencia en el trono, pero si podrían sentirse inclinados a votarla favorablemente en un referéndum, o a penalizar electoralmente a quienes la amenazaran seriamente.

Y si no quiere representar este papel, que VOX y la España que lo vota asuman de una maldita vez que de nada vale enrocarse en la defensa numantina de una institución que no les aporta nada, ni aún desde el punto de vista del floclore ni de la estética. den paso al principio electivo. Que tampoco hay ninguna razón para temer su aplicación a la Jefatura del Estado, ya sea que asignemos esta a un Rey, ya sea que la asignemos a un Presidente de la República.

*Rodrigo Lanza, para los que no lo recuerden, es ese chileno "anarka" y "antisistema" que lucía muy chulo sus pintas de indio mapuche (y encima de uno de esos que habrían sido de clase baja hasta dentro de su propia tribu) cuando mató al patriota de los tirantes o dejó tetrapléjico al policía; y que consideró más conveniente aparecer pulcra y elegantemente vestidito de niño bueno y con traje de marinerito de primera comunión el día del juicio como consecuencia del cual le impusieron su condenita por asesinato (en mi opinión, muy inferior a la que merecía).

domingo, 9 de diciembre de 2018

OBJETIVOS Y EXPECTATIVAS DE VOX



Sobre lo que VOX debe hacer en la Bética tras sus excepcionales resultados electorales del pasado día 2 de diciembre, he escrito mucho en el anterior artículo. Y aún así creo haberme quedado corto. Tal vez el día después todavía habría añadido alguna consideración relativa al partido, si C's o PP, al que convendría más exaltar a la Presidencia de la Junta. Sin embargo, vistas las declaraciones altamente contradictorias y lamentables de dirigentes de ambas fuerzas políticas en lo que respecta a VOX, me abstengo de opinar en una cuestión que a mi, personalmente, me da del todo lo mismo. Me trae sin cuidado que se invista a Juan Marín o a Juan Manuel Moreno Bonilla, o a quien finalmente decidieran estos dos partidos mientras la alianza de Gobierno resultante sea un Tripartito Hispanista Bético que se consagre a desmantelar las redes clientelares asentadas a lo largo de 36 años por el PSOE bético con sus socios ocasionales del PA, IU y el propio C's. Ahora bien, me permito insistir de vuelta en que la actitud de C's y la del PP prueba a todas luces que, si se quieren destruir las estructuras de voto cautivo del PSOE sin que naranjitos y azulones las sustituyan por las propias, y, más importante aún, si se quiere revertir en el terreno de lo ideológico el zapaterismo y el alandalusismo en la Bética y comenzar a impugnar la visión estúpida y nefasta que Blas Infante tenía de la tierra que lo vio nacer, es estrictamente necesario que VOX entre en el Gobierno con toda la fuerza que exige su resultado electoral.

Entrar en el Gobierno no solo es la única forma de garantizar un cambio real, sino que también es la forma de que se haga patente a todas luces la magnitud de ese cambio. Es conseguir que esa misma Bética históricamente demonizada en toda España por el electorado potencial de VOX (así como por una clara mayoría de los electorados del PP y C's), que ha visto en ella la encarnación misma del Mal representado por el "PSOE Eterno", pase a convertirse en referencia para todos aquellos que ansían en España desandar el camino nefasto que el país ha recorrido desde que las 192 víctimas de los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 sentaran las bases sobre las que se instauró en nuestro país el zapaterismo.

Si VOX sabe gestionar debidamente su propio éxito, la Bética podría llegar a protagonizar lo que yo denomino una "Operación Omar Ben Hafsún", en referencia al rebelde muladí que, en el siglo IX y principios del X, se rebeló exitosamente contra el poder de los Omeyas cordobeses, y que, sobre todo a raíz de su retorno a la Fé cristiana de sus ancestros hispanogodos (se bautizó como Samuel), estuvo por unos años a punto de poner fin a Al-Ándalus por la vía de lo que, de llegar a culminar con éxito, habría supuesto toda una Reconquista interior (esto es, la restauración del orden cristiano por medio de una revolución religiosa interior dentro del propio Emirato andalusí), que habría podido hacer del todo innecesaria la restauración del poder cristiano a través de la Reconquista exterior que contra Al-Ándalus protagonizarían finalmente los Reinos y Señoríos del Norte que permaneció libre del poder musulmán o se libró de él sin apenas haber experimentado islamización. Los de Santiago Abascal podrían conseguir algo semejante, como lo sería iniciar la destrucción del zapaterismo a través de una rebelión coronada con el éxito nada más y nada menos que en el que a lo largo de estas cuatro décadas ha sido considerado con razón como su baluarte principal.

Indudablemente, entrar en el Gobierno bético tiene sus riesgos. Implicaría una mayor probabilidad de plena asimilación por parte de VOX de los malos usos y modos propios de los partidos tradicionales, por no hablar directamente del riesgo de que cargos de VOX protagonizaran sendos y vergonzosos casos de corrupción. También implicaría el riesgo de compartir el descrédito de un Gobierno mediocre, o de decepcionar a sus votantes en el caso de que la reversión de ciertas políticas (fundamentalmente las ideológicas) no se efectuara con la contundencia necesaria. Y, como no, asumir ahora el Gobierno bético, implica la posibilidad de que dentro de solo cuatro o menos años los medios, en lugar de hablar del espectacular crecimiento de VOX; hablen de su debacle electoral, de la restauración vía elecciones de la dominación socialtontócrata y/o boludo-chevique y alandalusista en la Bética, o de ambas cosas a la vez. Todo esto puede animar a mantener distancia y permanecer como mero observador de lo que a partir de ahora suceda una vez puesto fin al más importante Gobierno autonómico en manos de la social-tontocracia ultrazapateril (digo ultra, porque en mayor o menor medida, y como ya han argumentado autores como Pío Moa, zapateriles eran todas las formaciones parlamentarias hasta el momento en que VOX ha puesto fin al monopolio que venían ejerciendo desde por lo menos el desgraciado Congreso pepero de Valencia sobre la representación política electa).

¡Craso error! Y no menor por comprensible. Hay ocasiones en las que hay que jugársela al todo o nada. VOX tiene mucho que perder, pero vale la pena arriesgarlo porque España no puede permitirse un VOX que se limite a conservar lo que ha ganado. Está muy bien para una primera elección, pero no vale nada de cara a cambiar sustancialmente la realidad política y social de la Bética ni de España en su conjunto. VOX debe crecer mucho más, y debe procurar dejar atrás lo antes posible el sambenito de muleta o de socio menor. Entrar en el Gobierno como un igual y en proporción a sus resultados electorales es seguramente la mejor forma de conjurar estos riesgos. Y entrar en el Gobierno bético sería una buena manera de empezar, porque implicaría que VOX, nada más estrenarse en un Parlamento autonómico, lo hace para gestionar un poder mayor que todo el que en Francia ha reunido en tres décadas el Frente Nacional de los Le Pen o que el que nunca alcanzara el UKIP británico. O que el que actualmente ejerza en Alemania AfD, que no es parte en el Gobierno de ningún Länd.

Entrar en el Gobierno bético es la única forma algo seria de garantizar, como afirmo líneas arriba, que se empezarán a llevar a cabo una serie de cambios que tan desesperadamente necesita España, empezando por el Sur. Y no solo por supervisar VOX directamente la manera en que ciertas políticas son aplicadas desde el poder, sino también porque la entrada de VOX en el Gobierno bético dificultaría una hipotética traición del PP y C's, a los que les resultaría mucho más difícil dejar de apoyarse en VOX que si esta se limitara a permanecer en la sombra como apoyo parlamentario externo al nuevo Gobierno. Si VOX opta por el apoyo externo, y en un momento dado PP y/o C's se arrepienten y prefieren entenderse con el PSOE; esto puede pasar relativamente inadvertido dentro y fuera de la Bética. Si, para desentenderse de los compromisos adquiridos con VOX, el PP y C's provocan una grave crisis de Gobierno con expulsión incluida de Consejeros de VOX del Ejecutivo autonómico, seguramente las necesarias componendas de naranjitos y azulones con el PSOE o PODEMOS y su traición de unos u otros a la voluntad de cambio de sus propios electorados (así como a ciertos postulados ideológicos que una mayoría del electorado del PP comparte en medida nada despreciable con VOX) se pondrían más claramente de manifiesto, lo que cabe creer de manera fundada que les pasaría una pesada factura en próximas elecciones, dentro y fuera de la Bética.

Por si lo anterior fuera poco, entrar en el Gobierno bético también implicaría ganar necesaria experiencia de Gobierno en la que, solo detrás del Estado Central y si acaso de Cataluña, es la mayor Administración Pública que hoy existe en nuestro país. Una experiencia que PODEMOS casi no tiene (solo participa de los Gobiernos navarro y castellano-manchego), y que C's de momento tampoco (si bien está bastante más claro que en el caso de VOX que ahora por fin va a estrenarse, ya que Juan Marín tiene cara de no ser capaz de pasarse los próximos cuatro años sin al menos "su" Vicepresidencia y una Consejería). Asímismo y por lo dicho, entrar en el Gobierno bético ayudará a VOX a formar no solo cuadros dirigentes, sino, y esto es más importante cuadros dirigentes con experiencia de gestión directa de los asuntos públicos en una Administración Autonómica de tamaño mayor que la de muchos Estados. Y tener la oportunidad de consagrar su carácter firmemente enraizado en el territorio bético, y de rebelarse contra lo establecido de manera mucho más eficaz de lo que podrían hacerlo limitándose a un timorato apoyo a un nuevo Gobierno de C's y PP desde sus escaños parlamentarios.

Aquí es necesario hacer una aclaración: que no es lo mismo hacerse reo de los necesarios "crímenes" y "sacrilegios" que VOX habrá de cometer contra los "sagrados" dogmas de la socialtontocracia, el boludo-chevismo o el alandalusismo desde un escaño parlamentario que desde una Consejería de la Junta. Impresiona más el boicot a la figura maldita de Blas Infante patrocinado desde la propia Junta de la Bética a la que da la bandera, que desde los asientos que el menor Grupo Parlamentario tenga en el Parlamento regional. A los Diputados de VOX podrán motejarlos de "mesetarios" (el término de moda en el mundillo alandalusista para remarcar su visión de España como algo foráneo y ajeno a la Bética), pero se hace difícil pretender que tus propios gobernantes nacidos en la Bética y que aparecen por televisión haciendo las pertinentes declaraciones con el acento más o menos marcado de la tierra que les vio nacer son gente ajena y de fuera. No habría forma seria de negarle a VOX la condición de fuerza igual de bética que cualquier otra, y se dificultaría mucho todo discurso encaminado a dar de ellos imagen de forasteros.

Se demostraría hasta qué punto era cierto el discurso de la resistencia a lo largo de estas cuatro décadas de pesadilla en la forma de oficialismo socialtontócrata y corrupto (además de, en los últimos quince años, ultrazapateril) que ha tenido que soportar la región: que no toda la Bética era ni ha sido nunca el PSOE; que la visión oficial que de la región tienen sus gobernantes es tan discutida y discutible como España pudiera serlo para ZP en el pasado o lo es para PDRO SNCHZ y Pablo Iglesias en el presente; y que los que consideramos que la actual Andalucía es heredera de la Bética romana (hasta el punto de merecer recuperar su nombre) y en ningún caso de Al-Ándalus no somos una minoría ridícula, sino un buen puñado de gente capaz de influir en la política de su región, y por ende en la del resto de España. Esta actitud valiente y decidida, en la línea de la lucha conservadora que se da en los EEUU desde hace décadas a propósito de la identidad del país, y de causas tales como las de la vida y la familia, rendiría frutos que sobrevivirían incluso a la hipótesis plausible de que en el futuro la Bética vuelva a manos del PSOE o pase a las todavía peores de PODEMOS (igual que en EEUU todas esas causas han sobrevivido la dura prueba que para ella han supuesto mandatos como los del Presidente Obama y florecen ahora al amparo de toda una lucha política hoy acaudillada brillantemente por el Presidente Trump). La resignación y la apatía que durante toda mi vida han caracterizado a la Bética como vagón de cola de España serían definitivamente enviadas a donde corresponde: al basurero de la peor Historia.

Una vez reafirmada la idea expresada en el último artículo, quiero hacer referencia a las expectativas electorales que VOX alberga de cara a próximas convocatorias electorales. El éxito arrollador andaluz le da motivos de sobra para la felicidad, pero a la vez obliga a la cautela, y exige tener presente que no todo el monte es orégano. Lo que fácil llega, fácil puede irse. Y el incuestionable éxito de VOX en un determinado lugar del país como es la Bética no significa automáticamente que ese mismo éxito se reproduzca en todas partes de España. Es más, cabe incluso cuestionar que eso sea deseable, y esa es otra de las razones por las que VOX habría de entrar en el Gobierno bético y aprovechar a fondo la experiencia ganada en él. A VOX lo que debería interesarle es que la Bética se convierta en uno de los fortines electorales del partido. En parte por su simbolismo, y en parte por su importancia práctica, pues es la región que más escaños y fuerza en el conjunto de España habrá de dar a VOX y habrá de restarle a sus peores enemigos ubicados en el espectro ideologico ultrazapateril tanto socialtontócrata como boludo-chevique y alandalusista, incluso después de que las elecciones próximas de mayo certifiquen, como se espera que ocurra, el crecimiento de VOX en toda España. Hipótesis que, además, no me parece nada peregrina.

En toda España se tiende a olvidar que la Bética, en realidad, no solo no es sinónimo de revolución, sino que es sinónimo de poder establecido. En cierto modo, la Bética era hasta ahora la región más conservadora de España, por delante incluso de Castilla la Vieja o La Rioja. Ahora bien, en realidad al hacer referencia al profundo conservadurismo de la Bética no hago referencia solo a su tendencia a la apatía política ahora quebrada en las elecciones (y esperemos que pronto quebrada en donde realmente interesa, que es en la Junta). Hago también referencia al propio espectro ideológico conservador bético, que tradicionalmente ha votado PP. Es un electorado más importante de lo que la gente piensa, que una vez consolidada la unificación del conservadurismo español en el PP de Aznar, ha cosechado en la Bética no menos del 30% de los votos, que es casi el tercio. Esa no es cantidad pequeña, pese a que constituya permanente oposición. Por paradójico que parezca, el PP ha debido históricamente buena parte de su hegemonía en el ámbito conservador y de su pujanza nacional a su fuerza en la Bética. Que, con excepción del PSOE, le daba una gran ventaja sobre cualquier otro competidor.

Pues bien, ese electorado conservador de la Bética, aunque sea solo el tercio de los béticos, ha demostrado ser menos conservador en actitud (esto es, menos apático y reacio a cambiar el sentido de su voto) que el votante socialtontócrata y boludo-chevique bético, pero ser a la vez más conservador en lo ideológico que el conservador español medio, incluido el de regiones en las que el PP solo o con aliados circunstanciales ha ostentado la hegemonía política durante décadas. Por poner un ejemplo, tenemos el caso de La Rioja o de Galicia. Bastiones del PP que rara vez ha dejado este de gobernar. Pues bien, si el PP desapareciera de toda España, yo creo que en las regiones mencionadas, al igual que en Madrid, Valencia o Baleares, la mordida de C's (que ideológicamente no es nada conservador y que en su visión de la sociedad está más cerca de PODEMOS o del entorno de ETA que del nuevo partido verde) sería muy superior a la de VOX. En cambio, la Bética es una región en la que creo que la mordida de VOX sería sensiblemente superior a la de C's (o, por lo menos, a la media nacional). Así las cosas, no deberíamos dar por hecho que un resultadazo bético implica automáticamente un resultadazo en todas las demás regiones de España. Ojalá venga ese resultadazo, pero no debe darse por hecho. En la Bética, lo difícil era voltear la hegemonía socialista, no tanto que VOX se abriera camino a costa del PP. De hecho, tal vez el PSOE vuelva a gobernar la Bética, incluso con PODEMOS. Pero cabe creer que, incluso en ese escenario, es concebible una nueva gran crecida de VOX a costa del PP, y en menor medida de C's.

¿Sería lo ideal conseguir escaños y ser determinante en toda España? Lo sería, pero bien podría no ocurrir. No nos obsesionemos con lo que todavía no tenemos, y valoremos lo que podemos llegar a tener donde ya tenemos algo. La Bética puede ser no solo el inicio de esta nueva Reconquista a la que he dado el nombre de "Operación Omar Ben Hafsún", sino que podría llegar a ser su motor principal. Cosa de la que me enorgullecería como de pocas cosas en la Historia reciente de España. Una vez dicho lo que pienso al respecto, rezar para que así sea, y votar en consecuencia en las próximas convocatorias electorales que los béticos tendremos por delante: municipales y generales.

lunes, 3 de diciembre de 2018

VOTAR POR VOX NO HA SIDO ÚTIL ¡¡¡HA SIDO UTILÍSIMO!!! Y MÁS QUE PODRÍA RESULTARLO A PARTIR DE AHORA

Publicaba ayer que mi voto por VOX sería útil, pensando que, en el mejor de los casos y con una suerte inaudita, a lo mejor se alcanzaba la cifra que, cuando me levanté, creía que solo podía alcanzarse como consecuencia de un milagro: 55 Diputaditos entre C's, PP y VOX. Mayoría absoluta en el Parlamento bético que permitiera desalojar por la mínima al PSOE del Gobierno de la región que retuvo durante 36 años. Durante todo el día de ayer, me ilusionaba pensar que tal cosa era posible. Pero en el fondo lo juzgaba una ensoñación, incubada apenas durante la última semana, de la que la jornada electoral me obligaría a despertar abruptamente para asistir a la enésima reválida, por márgenes superiores a lo esperado, del indiscutible liderazgo del PSOE sobre el electorado. Si en 2012, única elección en la que con total y absoluto asco voté por el PP, cuando el viento parecía soplar en favor del sempiterno perdedor Javier Arenas Bocanegra, y todo para que al final este resultara seguir siendo igual de perdedor que siempre, ¿cómo imaginar que en estas elecciones en las que la unanimidad de los sondeos habían dado en todo momento mayoría a la suma de PSOE y de PODEMOS pudiera haber más suerte?

Pero resulta que mi voto por VOX no ha sido útil. ¡¡¡HA SIDO UTILÍSIMO!!! Y que de 55 Diputaditos y mayoría absoluta por la mínima y con miedo hasta el final del escrutinio de que un solo escaño cambiase de manos, nanay del Paraguay. Han sido 12 Diputadazos que sumar a los 47 Diputadillos de C's y el PP para alcanzar la cifra holgada de 59 escaños al servicio, mal que pese a los 47 a los que ni he votado ni votaría, no del cambio de mentirijillas al que éstos se querrían limitar, sino de un cambio real que se sirva de esa gran familia mafiosa que es la cúpula del PP y del partido dirigido por convenidos cambiacamisas que es C's para hacer posibles políticas que VOX debe conseguir hacer implementar a fin de que se haga posible un verdadero cambio de política en la Bética que sirva de espejo para el que a partir de las próximas generales debe producirse en el conjunto de España. A lo que debe sumarse el hecho de haber alcanzado representación en todas las Provincias béticas, y haberse convertido en tercera fuerza de Almería, lo que supone un enorme triunfo político sobre el Islam (desafortunadamente arraigado en esa Provincia por causa de una inmigración indeseada que nunca deberíamos haber soportado) que se suma al triunfo que este resultado supone sobre el enemigo interior apóstata encarnada en las doctrinas en boga entre las demás fuerzas parlamentarias.

Estos 59 escaños finalmente cosechados al servicio del cambio superan en cuatro los necesarios para alcanzar la mayoría absoluta, y nos permiten abrigar legítimamente la esperanza de desalojar al PSOE de la Junta sin limitarnos a sustituir al partido sinínimo de corrupción en la Bética por un PP que es sinónimo de corrupción en Levante, Madrid, Castilla y León, Murcia, La Rioja o Galicia y a nivel nacional; o por un partido como C's que, si bien no tiene el negro expediente de los dos partidos tradicionales, apunta malas maneras y defiende posturas (afortunadamente maleables según las circunstancias tanto a mejor como a peor) que, en líneas generales, lo convierten en una mera actualización y puesta a punto del bipartidismo tradicional, con mezcla de elementos aznaristas y zapateriles. Con el PP cabe pactar solo si se le ata en corto para que no se le ocurra sustituir unas malas artes por otras. Con C's cabe pactar solo si se le ata en corto para que no se le ocurra perpetuar ninguna de las peores políticas del PSOE (especialmente las relativas al plano de lo ideológico, en las que este partido defiende políticas que podría abrazar PODEMOS, y que son inadmisibles por vulnerar la presunción de inocencia y la libertad ideológica, sin ir más lejos, por lo cual se debe definitivamente pasar página de las mismas).

Siendo más específicos, ¿qué toca que VOX haga ahora? En mi entrada de ayer, cuando creía que alcanzar los cinco escaños precisos para conseguir Grupo Parlamentario (e incluso ni eso) y, en el mejor de los casos, arrebatar por un solo escaño la mayoría al PSOE y PODEMOS, afirmaba que había que ser exigente y no apoyar un Gobierno de C's y del PP a cambio de nada. Ahora afirmo lo mismo, pero considerando necesario que VOX saque el máximo partido posible a una ocasión histórica que tal vez no se repita, y venda, de manera legítima, todavía más caro su apoyo.

Indudablemente, VOX debe asegurarse una posición fuerte en la Mesa del Parlamento bético. Pero, si bien eso es muy conveniente, no debe dejarse tentar por un ofrecimiento simbólicamente importante, pero sin demasiado verdadero contenido práctico como podría serlo la Presidencia del Parlamento. Así pues, lo que de verdad VOX debe exigir como condición para apoyar la investidura de un candidato de C's o del PP es entrar en el Gobierno, pero con mucha más fuerza de la que yo jamás habría imaginado. El formidable resultado electoral de VOX le ha hecho ganar el derecho a ser parte de un tripartito. Y formar parte de un tripartito sería además la mejor forma de ir ganando pedigrí ejecutivo y de cosechar merecido prestigio si la labor de dicho Gobierno bético se vé coronada con un razonable éxito. Entrar en el primer Gobierno bético no socialista sí que sería demostrar que el voto a VOX no es útil, sino UTILÍSIMO. Y que ya desde su primera elección seria es capaz de hacer cambiar las cosas y de llevar a quienes lo reciben al Gobierno.

Además, es fácil vender esta necesaria entrada en el Gobierno de modo que se haga ver que no es mera ambición o codicia de puestos. Al fin y al cabo, y dado el currículum de PP y C's, solo en VOX cabe confiar para pegar un viraje real en cuestiones en las que es estrictamente necesario que toda España pegue un viraje, empezando esta vez la Reconquista por el Sur: feminismo, LGTBI, política provida y profamilia, Islam, inmigración irregular, Desmemoria Histérica (en la que incluyo la revisión de la figura histórica de aquel gran chiflado que fuera Blas Infante), Educación, Gibraltar (a la que debe hostilizarse sin descanso), tren de Algeciras-Madrid (vinculado a la política antigibraltareña) y reforma de la Ley Electoral bética a fin de instaurar una fórmula más proporcional (no por deseable, sino por ser lo más sensato que puede hacerse en el marco del actual Estatuto de Autonomía).

No basta con que el PP y C's se comprometan a acometer los necesarios cambios en estas materias, porque no son de fiar en relación con las mismas. Basta observar al respecto la repugnante actitud adoptada por Juan Marín, el líder de C's en la Bética, que desde el minuto uno ha demostrado ser representante tal vez no de la "extrema derecha", pero si de la extrema codicia, y pese a no ser más que la tercera fuerza política (si bien su resultado es un éxito solo sobrepasado por el de VOX, no es el exitazo total que habrían querido porque no han sido capaces de propinarle el sorpasso al PP) ha tenido el descaro de proclamarse nada más y nada menos que candidato a la investidura como Presidente de la Junta... ¡con el apoyo de PP y PSOE!

Esto revela hasta qué punto resulta sumamente peligroso confiar las responsabilidades de Gobierno al PP y al C's, el primero un partido corrupto y el segundo otro partido deseoso de empezar a corromperse a lo grande y decidido a pactar con los corruptos de dentro y fuera de la Bética con tal de hacerse con el codiciado botín bético antes que a facilitar la formación de un Gobierno en el que, con el forzoso apoyo de una fuerza corrupta como el PP a cuyo nuevo líder Pablo Casado se brindaría la oportunidad de comenzar a redimirla mínimamente, estarían presentes y copando una mayoría de Consejerías e incluso la Presidencia (que si tanto la quiere Juan Marín no me opongo a que VOX se la facilite, aunque eso es un asunto entre el PP y C's) dos fuerzas políticas hasta ahora prácticamente no contaminadas de corrupción y, al menos de palabra en el caso de C's, sólidamente partidarias del robustecimiento de la identidad nacional española y del orgullo de ser español.

Por otra parte, téngase en cuenta que la entrada de VOX en el Gobierno bético no sería en modo alguno la exigencia fuera de lugar de una minoría, porque probablemente muchos votantes de C's y una gran mayoría de los votantes del PP verían con buenos ojos un fuerte viraje en las materias tan sensibles antes referidas que solo VOX está en condiciones de imponer a los partidos por los que han votado. Y muchos que a lo mejor no lo desean lo aceptarían sin poner apenas reparos. ¿Más razones? ¡Las hay! Una no menor es esta: un tripartito entre el hispanismo de verdad que representa VOX y el pseudohispanismo de cara a la galería viciado de eurotontofilia y patrotismo subnorconstitucionalista que hasta ahora han representado C's y el PP sería el único Gobierno fuerte natural que podría tener la Bética. Sería un Gobierno con sólida mayoría absoluta de escaños (y quizá incluso con mayoría absoluta de votos, ya que los tres partidos están al borde y seguramente la sumarán una vez se contabilice el voto del extranjero), ya que contaría con 59 Diputados frente a los apenas 52 Diputados de la oposición. Toda otra alternativa que pase por la negativa de C's, del PP o de ambos a conformar el tripartito con VOX implicaría condenar a la Bética a los vaivenes y la inestabilidad derivados de la debilidad en que forzosamente permanecería instalado un Gobierno minoritario, que no es lo que precisa la región sur de España tras 36 años de nefasta gobernanza del PSOE.

En realidad, no se trata ya ni siquiera de que VOX tenga derecho a formar parte de un Gobierno bético tripartito, sino que su resultado electoral le otorga el derecho y el deber de exigir que se le asigne una presencia relativamente nutrida en el Gobierno bético, circunscrita a las áreas ideológicas sensibles anteriormente referidas. Así las cosas, lo razonable sería un reparto proporcional de Consejerías (incluida la Presidencia) por el cual PP tendría el 45%, C's el 35% y VOX el 20%. Eso implicaría ceder a VOX tres o cuatro Consejerías (que deberían ser una nueva y específica de Familia, la que posea las competencias de Inmigración, la de Educación y tal vez la de Justicia), así como la Vicepresidencia Segunda de la Junta Bética para el Juez Serrano, que se le ha ganado a pulso y supondría merecido reconocimiento a su intachable proceder como Juez a raíz del caso que causó la repugnante campaña de persecución feminazi orquestada en su contra y que condujo a la inhabilitación años más tarde anulada. Nadie en su sano juicio podría sostener seriamente que fuera una exigencia exagerada de una formación marginal con uno o dos Diputaditos. Contra todo pronóstico y pese a la falta de fe de votantes como yo, VOX es ahora un partido importante con 12 parlamentarios que representa al 11% del electorado y a uno de cada cinco "votantes del cambio". ¡Qué menos que tomarlos en consideración para desempeñar un papel activo en la gobernanza de la Bética!

Conste que uno no vive en la Luna y, llegado el caso, podría rebajar las exigencias e incluso aceptar apoyar desde fuera al nuevo Gobierno. Las políticas importan más que los cargos, y si gracias a VOX se implementasen las políticas adecuadas, no objetaría el Gobierno resultante de estas elecciones, formara parte o no VOX de él. Pero no se deben cerrar los ojos a la realidad, y la realidad indica que los cargos son los que permiten desarrollar las políticas, y cuando los socios son tan poco fiables como éstos, todo indica que ha llegado el momento de que VOX, legitimado de sobra por sus extraordinarios resultados electorales, peque de ambición, que es exactamente lo que el partido tiene que contribuir a insuflarle a la Bética. De manera que, al menos de primeras, exigiría todo lo que he dicho. Y a partir de ahora, a ver qué sucede realmente una vez se constituya el nuevo Parlamento regional. Confiemos, se guíe o no por criterios parecidos a los que he expuesto, que VOX adopte la decisión correcta y más conveniente. ¡Sea por una Bética libre, España y la Humanidad! IHS

domingo, 2 de diciembre de 2018

BÉTICA, 2-D. VOTANDO ÚTIL. VOTANDO VOX.

Llevaba tiempo sin tomarme la molestia de escribir en el blog. No han sido meses que invitaran a ello en absoluto. En realidad, apenas seguía siquiera la política nacional. Y en esto, llegamos a las elecciones andaluzas, que en un primer momento también acogí con desinterés. Imaginaba que íbamos a asistir a unas elecciones autonómicas como han sido prácticamente todas las que Andalucía ha celebrado, con la única excepción de las de 2012. Únicas en las que pareció posible e incluso probable apear al PSOE fuera del Gobierno, para que al final se frustrara el cambio al sumar Javier Arenas Bocanegra su enésima derrota electoral. Sin embargo, es la significación más nacional incluso que autonómica que parece que van a cobrar las elecciones andaluzas la que me ha animado a escribir un nuevo artículo para el blog (curiosamente más leído que nunca desde que dejé de escribir en él). Mi intención es que sirva para fijar brevemente mi posición ante estos comicios, así como lo que deseo y espero de ellos.

Soy votante veterano de VOX, que es un partido que considero que ha ido de menos a más. Al principio la presencia de Alejo Vidal-Quadras me produjo tal animadversión por la nueva formación como para negarle el voto en las europeas de 2014 (que di a la coalición pseudoconfesional católica Impulso Social). Luego, si bien VOX adoptó un ideario aparentemente más serio en cuestiones para mi fundamentales, y ello me pareció suficiente para otorgarle el voto pese a las dudas que me seguía planteando el partido, asistí con resignación a su conversión en partido-broma rayano en lo ridículo. En 2017, me sorprendió observar cómo recobraba vida y el mínimo imprescindible de seriedad a fin de suplir la inacción del Gobierno de Rajoy en relación con la secesión mal frustrada de Cataluña. A partir de ahí, pareció consolidarse como opción razonable por la que continuar votando, más ahora que antes por parecer posible e incluso probable entrar en el Congreso de los Diputados en las próximas elecciones generales que se celebren. Pero asisto perplejo a la relevancia que, como cosa impensada hace unas semanas, ha cobrado el partido, al que se le atribuyen en los sondeos resultados en constante ascenso que, si se confirman, podrían implicar aspirar a mucho más que a entrar con un Diputadito en las próximas elecciones generales.

Primero de todo, hacer una consideración sobre cuál es el voto más útil que podría emitir alguien que lo que desee a toda costa sea dejar al PSOE fuera del Gobierno. Obviamente, eso pasa por un tripartito de los que Susana Díaz ha llamado con toda razón los "tres hijos de Aznar". Y dos de esos hijos defienden abiertamente, sobre todo el PP, que el voto a VOX debilita las esperanzas del aznarismo de acabar gobernando en Andalucía. En otras circunstancias, diría que es cierto, pero en las actuales es falso. Indudablemente, lo mejor para el aznarismo sería estar unificado en un solo partido. Pero no lo está, eso no tiene arreglo. Y, no estando unificado, la existencia de un tercer partido capaz de entrar en el Parlamento bético lo hace a priori más fuerte de lo que sería si el juego fuera cosa solo de PP y C's. Todo apunta a que estos dos partidos (que no suman más votos de los que el PP ha llegado a sumar en solitario ni en Andalucía ni en España) se contrarrestan mutuamente, pero gracias a la existencia de VOX podrían recuperar parte de lo que la división entre ambos reporta a sus adversarios socialtontócratas y boludo-cheviques del PSOE y de PODEMOS. Para el aznarismo, toda provincia en la que VOX se quede al borde de entrar y no entre genera el riesgo cierto de que el escaño que no gane acabe en PSOE o PODEMOS en lugar de en C's o el PP. Aunque no sería imposible que lo ganasen sus "medio hermanos" aznaristas, podría acabar en el campo del enemigo, y favorecer más todavía la conquista de la mayoría parlamentaria por el PSOE y PODEMOS y la perpetuación del primero en el poder. En estas elecciones, el voto útil es el voto a VOX.

Como es natural, VOX va a volver a beneficiarse de mi voto en estas andaluzas. Inevitablemente, uno en política ha de dudar de la sinceridad de todos, empezando por los que afirman defender políticas y lineas de pensamiento y acción que uno mismo suscribiría (y conste que no suscribiría todas sus propuestas y que me parece un partido demasiado liberal, atlantista, projudío y aznarista; pero sí que me identifico con la mayoría de las propuestas más relevantes, especialmente aquellas que más directa relación deberían tener con el voto de cualquiera que se diga cristiano, como lo son relativas a cuestiones morales de primera importancia tales como la defensa de la vida o de la familia natural). No confío demasiado en VOX. Su repentino ascenso en los sondeos y la atención que, de repente y un poco sin venir a cuento, le prestan los medios, son razones para la desconfianza. ¿Por qué este favor mediático? Algunos dirán que no hay favor mediático, porque se habla mal de VOX, pero es mejor que hablen de uno mal a que no hablen. Hoy casi todos hemos oido hablar de VOX, y no solo la gente informada de política, que no abunda.

¿Se favorece a VOX porque tal vez es un engañabobos pensado para impedir el surgimiento de una oposición realmente seria y amenazante al orden de cosas? ¿Es un intento del PSOE de revivir la operación por medio de la cual el también socialista Mitterrand hizo surgir de la marginalidad al Frente Nacional con vistas a dividir fatalmente al electorado que hasta entonces votaba al gaullismo conservador, y que ahora el PSOE lanzaría para frenar una hipotética alianza entre PP y C's? ¿Es una estratagema de Aznar y su círculo cuyo propósito sería el de crear un nuevo superpartido unificado que contente a los más conservadores de VOX; a los más progres de C's y a los que son del PP a toda costa? En fin, suponiendo que fuera algo de esto o todo a la vez, que nos sirva de consuelo saber que en Francia el tiro a Mitterrand le salió por la culata. El Frente Nacional no pudo ser domesticado, pero una vez se lo alimentó, su crecimiento fue imparable. Estuviera o no en connivencia con el Presidente socialista en un principio, pronto se convirtieron en un peligro tan grande como para que Mitterrand, que no pudo impedir que Jacques Chirac se convirtiera en Primer Ministro, acabó pactando con éste volver a la antigua Ley Electoral francesa y derogar la que Mitterrand hizo aprobar para favorecer al Frente Nacional.

Sea como fuere, el caso es que no me sorprendería que en próximos meses o años VOX protagonizara titulares desagradables, bien por ir modulando su discurso en función de la conveniencia política del momento pasando a defender en según qué cosas ideas radicalmente opuestas a las hoy defendidas. No me sorprendería que sea un foco de disidencia controlado deliberadamente creado por nuestras oligarquías políticas y mediáticas, o al menos con su necesaria venia. No me sorpredería que, si creen poder alcanzar un buen arreglo, acaben reingresando en el PP o en el partido que sucediera a éste como "casa grande" del peor y más despreciable conservadurismo español. Finalmente, tampoco me sorprendería que, aunque no hagan nada de lo que antes he dicho y mantengan el mismo discurso que defienden ahora o incluso lo mejoren, a la hora de la verdad tengan la posibilidad de implementar al menos parcialmente su supuesta agenda política y la dejen pasar, bien por falta de valor o bien por falta de convicción.

Con todo, repito, volveré a votar a VOX. Sospecho de ellos por principio como lo haría de toda formación política mínimamente relevante, pero tampoco puedo dejar de lado el hecho de que es la única opción política con opciones de hacer algo serio que, en el mejor de los casos, podría dar lugar a cambios políticos y sociales a mejor de alguna importancia, bien sea porque sus líderes también albergan la convicción de que son necesarios, bien sea porque creen que les conviene propulsarlos para estar a bien con el electorado (preferiría lo primero, pero mi amor por la Historia y mi aceptable conocimiento de ella me llevan a conformarme con lo segundo). Sin embargo, esta vez, a diferencia de lo sucedido en todas las anteriores ocasiones en las que lo he votado (autonómicas andaluzas de 2015, municipales de 2015, generales de 2015 y 2016), hay esperanza seria de alcanzar escaños, tal vez algo menor en Cádiz que en otras Provincias, así que la reiteración en mi voto vendrá acompañada de una importante y agradable novedad: la ilusión de verlo convertido en escaño.

¿Qué desearía de estas elecciones? Estos son los escenarios que más deseables me parecen, ordenados de mayor a menor:

1º) Que VOX alcanzara el mejor resultado posible y que sumara, junto con el PP y C's, los escaños necesarios para poner fin al Gobierno del PSOE en Andalucía.

2º) Que VOX alcance el mejor resultado posible, pero PSOE y PODEMOS conserven la mayoría, sin importarme mucho el reparto entre el resto de fuerzas políticas.

3º) Que VOX alcance un resultado más mediocre, pero sume mayoría absoluta con PP y con C's.

4º) Que VOX entre en el Parlamento de Andalucía, pase lo que pase con el resto de partidos.

5º) Que VOX no consiga ni siquiera entrar en el Parlamento Andaluz, pero que el PSOE solo pueda gobernar con PODEMOS y éste último lo fuerce a aplicar una política anticlerical, nacionalista andaluza y proislámica que, en este momento de la Historia, considero tristemente necesaria y beneficiosa para la grey cristiana, por un lado, y para el cuerpo político español, por el otro. A veces hay que tragar lo peor para que la gente se dé cuenta de que más vale emprender un camino distinto.

6º) ¿Creo que se dará alguno de los escenarios que he descrito? El más probable es que VOX entre, menos fuerte de lo que dicen los sondeos, que posiblemente lo estén hinchando a propósito para que luego los resultandos, aunque sean buenos, sepan a poco. Y que el PSOE sume de sobra mayoría absoluta con PODEMOS..., para luego acabar gobernando con C's, igualito que en esta legislatura que se cierra.

Una vez dicho esto, aclaro que no creo que VOX, ni aún en el caso de sumar con PP y C's, deba correr a darle el Gobierno de Andalucía ni a Juan Manuel Moreno Bonilla ni a Juan Marín. Soy partidario de imponerles exigencias serias que justifiquen el apoyo a tales partidos. Exigencias básicas desde una perspectiva tanto democrática como moral y nacional, que se resumirían en derogar en Andalucía cualquier clase de legislación autonómica pro-LGTBI, las sancionadoras de cualquier opinión sobre la Historia (se trate del franquismo, la Reconquista o el periodo que sea). Si no fuera posible la derogación por tratarse de normativa nacional, exigiría medidas que redujeran el impacto en Andalucía de la misma (como, por ejemplo, de la Ley de Memoria Histórica). Aparte de esto, exigiría dos posiciones claves en el Gobierno: una Consejería de Familia y, en el ámbito de la Educación, el control de todo lo relacionado con la enseñanza de la Historia, la Filosofía y demás disciplinas conformadoras del espíritu (Vg.: Cultura Clásica o una hipotética equivalente de asignaturas tales como Ética o Educación para la Ciudadanía).

También exigiría no invertir ni un céntimo en ninguna clase de homenaje a la figura de Blas Infante. No tanto porque tenga una opinión personal mala de él (no conozco la figura como para juzgarla desde una perspectiva humana), como por evidente falta de acuerdo con su visión temo que carente de fundamento de Andalucía, que bajo ningún concepto debería ser oficial ni inspiración de la visión oficial de Andalucía. En realidad, plantearía abiertamente la modificación de la bandera blanca y verde. No porque me disguste, pues estéticamente me parece bonita, sino porque en sí misma se concibe como una enseña que pone en cuestión el carácter español de nuestra tierra (y es que, guste o no, históricamente la Bética restaurada tras la Reconquista es hija de Castilla, por más que haya llegado a desgajarse de ella y a cobrar evidente entidad propia). En verdad, yo soy de los que, por un lado, se sienten muy de su tierra, pero por otro lado prefiero siempre definirme como bético antes que como andaluz. Y preferiría a nivel oficial que la región fuera llamada Bética, y no Andalucía (igual que prefiero hablar del río Betis antes que del Guadalquivir) Aunque, de conformidad con VOX (o VOX conmigo, puesto que yo ya pensaba igual antes de la aparición de VOX), considero que la Bética y todas las demás regiones de España solo habrían de existir como regiones culturales, careciendo más allá de esto de cualquier clase de entidad política o administrativa.

Finalmente, exigiría cambios a la Ley Electoral bética, a fin de hacerla más proporcional. No porque me guste el sistema resultante, sino solo porque sería el único cambio que cabría hacer en el marco del artículo 104 del Estatuto de Autonomía y del artículo 152.1 de la Constitución que facilitara un poco las cosas a VOX con vistas a futuras convocatorias electorales (y yo tengo claro que si no se puede aspirar al que para uno sería el mejor y más justo sistema electoral de los posibles, por lo menos conviene promover el que resulte más conveniente). De manera que a eso me limitaría, a la espera de que llegue una hora más propicia que permitiera acometer cambios verdaderamente sustanciales al sistema electoral.

¿Que por un casual C's y PP aceptan estas condiciones a priori inasumibles para ellos? Entonces me parecería bien que VOX les permitiera gobernar. Que no lo hacen, pues entonces dejaría gobernar al PSOE incluso en el caso de que PODEMOS entrara en el Gobierno. ¿Que cómo lo justificaría? Muy sencillo: para no cambiar nada sustancial, y para sustituir la corrupción del PSOE y eventuales socios por la corrupción de C's o del PP, mejor tener un Gobierno autonómico del mismo color político que el del conjunto de España, a fin de favorecer las mejores relaciones posibles entre ambos ejecutivos y que no se escatime a la Bética el dinero que necesita. Y vincularía una hipotética moción de censura en favor de C's y el PP, que no en ningún caso el apoyo parlamentario para gobernar, a un hipotético cambio del Gobierno nacional. Esa sería la política que creo que habría de seguir VOX, aunque temo que no lo haría. Peor aún, reconozco que tendría una razón plausible que le movería a no hacerlo: la ignorancia de las masas anhelantes de un cambio en la Bética. Como pasa un poco en todas partes de España, también muchos béticos que desean un cambio no entienden que para que dicho cambio tenga lugar no basta con echar al PSOE del Gobierno, y que desalojar a una oligarquía partitocrática para encumbrar a otra no es ni siquiera el principio del cambio tan necesario.

En fin, hasta aquí llega mi comentario al gran día. Veremos si la noche confirma mis esperanzas, o más bien mis temores.

PD: atención a PACMA, que, aunque me parece un partido indeseable cuyas ideas son indeseables (y lo digo siendo yo antitaurino), buenamente podría también dar la sorpresa y entrar en el Parlamento bético.

jueves, 1 de febrero de 2018

GOBERNANTES SIN HIJOS = POLÍTICA DE TIERRA QUEMADA




Hoy en día se jalea (y cada vez con mayor desparpajo) el desprecio de la maternidad. Conforme van pasando los años, se publican más reportajes en los que madres (no tanto padres) tildadas de "valientes" y "heroicas" por atreverse a "hacer públicos sus sentimientos" afirman estar muy arrepentidas de haber tenido hijos, porque ya no tienen tiempo para "llenar sus vidas" (yo diría más bien para matar el tiempo) haciendo el cafre tanto como antes. Forma de pensar que, si de por sí es egoista en grado sumo, se antoja especialmente despreciable cuando quien así ve el mundo tiene la poca vergüenza de manifestar en público que no solo no se avergüenza de su pobre concepción de la existencia, sino que encima estuviera orgulloso de ella. ¿Y a qué concepción de la vida me refiero? Pues a aquella en virtud de la cual parece que el recorrido del ser humano por este mundo no tuviera más objeto que el hartarse de disfrutar sin finalidad alguna hasta que, un buen día, se considere que la juerga ha durado bastante y nos eutanasiemos con toda la tranquilidad del mundo, satisfechos de haber cumplido nuestro papel en esta representación del todo carente de finalidades que desde sus orígenes mismos sería el entero Universo. ¿Qué quieren que les diga? Incluso un mundo de máquinas tipo "Matrix" o "Terminator" se me antojaría a priori harto más estimulante que el tipo de vida deliberadamente desprovista de trascendencia y de lazos profundos con terceros que nuestra élite política, económica, "contracultural" y mediática se esfuerza día tras día por presentarnos, todos a una, como el modelo de lo deseable.

¿Es casualidad la coincidencia en el tiempo del fortalecimiento de esta corriente de opinión y la proliferación de gobernantes sin hijos? Claro que no. Lo sería si estos gobernantes sin obligaciones familiares destacaran por sus políticas de fuerte protección a la familia. Pero si por algo destacan es precisamente por manifestar de muchas formas su deseo de destruir aquello que no tienen a través de lo que ciertamente cabe denominar una "política de tierra quemada" en toda regla, a través de la cual inducen el suicidio literal de la sociedad regando la antaño verde pradera de gasolina, prendiéndole fuego, arrancando todo brote verde que pudiera dar lugar al mejoramiento de sus perspectivas a medio o largo plazo, y sembrando de sal a conciencia el horrible baldío resultante. ¿Cómo? A través de muchos métodos, de los cuales uno de los más eficaces es convencer a tantos como puedan de que la vida familiar es indeseable, y denigrar con cada vez menos disimulo a quienes nos sigamos aferrando a una visión de la vida más acorde a la que tuvieron nuestros padres y a la que dicta el sentido común y la razón natural, además de la tradición religiosa (y muy particularmente la cristiana). Así, a la vista de las políticas que en muchos terrenos han desplegado o despliegan estos individuos (desde la migración a la familia, pasando por el empleo, el aborto, la revisión de la Historia, la negación de la objetividad biológica hasta el punto de considerar optativo el propio sexo humano, la política exterior filoislámica y la creciente complacencia con las agresiones al culto y a los símbolos y santuarios cristianos), no sé si alarmarme por lo que hacen. O si, por el contrario, dejar que mi corazón se inunde de esperanza, porque su linaje genético terminará con ellos.

Creo que ni lo uno ni lo otro. No vale de nada caer en la desesperación, porque aunque no veamos solución, no podemos dejarnos comer la moral, pues si dejamos que nuestro ánimo sea abatido puede ser que no estuviéramos atentos a oportunidades ciertas de cambiar el rumbo que eventualmente surgieran en próximos años. Por otra parte, tampoco tiene sentido caer en triunfalismos de ninguna clase derivado de la constatación de hasta qué punto la escoria gobernante no tendrá continuación biológica. No nos engañemos, ellos no necesitan hijos para que alguien prosiga su labor: les basta con corromper a los nuestros y convertirlos en filfa humana de la peor calaña semejante a ellos mismos, carente de todo sentido de la rectitud y la Justicia (no digo ya cristiana, sino meramente natural) y dispuesta a pisotear a su prójimo con tal de saciar el hambre de prosperidad meramente mundana y de garantizarse una vída materialmente plácida, aunque en último término corrupta y estéril. Tanto como sin duda alguna lo son en su gran mayoría las actuales élites gobernantes de Occidente. ¡Todo sea por mantener un pedazo tren de vida! Aunque sea a costa de ir sembrando el camino de fetos abortados y de familias rotas por tonterías perfectamente susceptibles de resolverse. Ese es, damas y caballeros, el mundo actual. Tal y como hemos permitido que nos lo construyan los gobernantes apóstatas de este desventurado siglo. IHS 

PD: Las personas sin hijos, como es mi caso, sin duda alguna que pueden contarse entre lo más empático del planeta Tierra. Sin embargo, esta crítica boba al contenido de esta entrada no debe hacernos perder de vista que están saliendo adelante en el Occidente ex-cristiano políticas contra la familia como no se han visto en la Historia del mundo. Es el caso de la defensa decidida y cada vez más agresiva del aborto y de la contracepción en todas sus formas; de la equiparación de las uniones sexuales estériles homosexuales a las heterosexuales (que son las únicas que de manera natural pueden generar nueva vida humana, y las que es más deseable que cumplan dicha función como forma de salvaguardar la dignidad de nuestros congéneres, evitando los diversos riesgos que conllevaría una producción generalizada de seres humanos por métodos artificiales -desde su crianza desnaturalizada a su conversión en objeto de compraventa-); de la aceptación de un trastorno como lo son las tendencias transexuales (llegando al extremo de locura de pretender convertir el sexo -biológico y objetivo- en una mera "identidad" social y subjetiva); o la proliferación creciente de reportajes o tramas de películas y series en las que la maternidad es presentada como algo mayormente indeseable que no beneficia nada a quien pretende prosperar en esta vida. Por todo ello insisto en que resulta imposible no preguntarse si no existirá una relación entre lo que sucede y esa llamativa y extraña cantidad de gobernantes que no comparten la general preocupación de sus gobernados con hijos por el futuro de la prole. Eso al margen de que claro que haya padres de familia (Zapatero y su continuador Rajoy en España) que han perpetrado o perpetran políticas idénticas a las arriba descritas.

sábado, 28 de octubre de 2017

CATALUÑA SE HA CONVERTIDO EN UN VENENO. TABARNIA ES EL ANTÍDOTO.

Hay quienes creen que Cataluña está legitimada para hacer lo que hace. Dicen que, aunque aceptó voluntariamente como el resto de regiones españolas ser parte de España en pie de igualdad y sus ciudadanos parte de la misma Patria común e indivisible que el resto de los habitantes de España, es razonable que sus autoridades actúen como lo han hecho si España en su conjunto no reforma su propia Constitución para estructurar un modelo de país que contente a la importante fracción de independentistas que existen entre la población de Cataluña (fracción que ni siquiera está claro que sea mayoritaria entre los votantes de últimas elecciones, y que desde luego en ningún caso constituye la mayoría del censo electoral).

Esa es la política de PODEMOS, que consiste en poner al mismo nivel, en ejercicio de cínica equidistancia, la acción golpista de la Generalidad y la acción del Gobierno en defensa de la unidad nacional y el orden constitucional vigente que los españoles aprobaron en 1978 (que tampoco a mi me agrada, pero que debería reformarse por otros medios). Dicha acción del Gobierno nacional español es legítima, al margen de si está mejor o peor planteada. Y lo sigue siendo por mucho que el Gobierno no haya hecho política en Cataluña digna de tal nombre y se limitara a mantener un statu quo que no parece muy del agrado de nadie.

No puede ponerse en ningún caso en el mismo nivel la actuación de la Generalidad catalana, que tiene la obligación de acatar el ordenamiento jurídico y de respetar la unidad de España; y la supuesta inacción del Gobierno español, que no tiene ninguna obligación de dar pasos en ninguna dirección, y menos aún si la dirección en la que da los pasos consiste en cambiar nuestro régimen político para que funcione al gusto de una fracción no está claro que mayoritaria de una sola región de España. Sobre todo, el Gobierno no tiene obligación de hacer nada que agrade particularmente a Cataluña, y menos si ofende al hacerlo a una clara mayoría de españoles que sean contrarios.

Al final, en los debates de las últimas semanas se plantearon temas interesantes, relativos al equilibrio de poder entre territorios. Los separatistas vascos y catalanes plantearon abiertamente su disconformidad con el hecho de que la Constitución española pueda ser reformada teniendo a todo el País Vasco y Cataluña en contra. Eso es rigurosamente cierto. De hecho, podría reformarse sin un solo voto favorable de unas cuantas regiones más de España. No porque exista espíritu alguno de rechazo hacia esos territorios, sino porque en su día se consideró que España era una única Nación, y que la decisión importante en orden a decidir sobre nuestras normas básicas de convivencia era cosa de los españoles sin distinción por territorios. ¿Fue esa decisión la mejor y más correcta? No lo diría, pero una cosa es considerar que sería conveniente dar algún peso a la voluntad mayoritaria existente en cada territorio en orden a reformar nuestra Constitución, y otra muy distinta dar derechos de veto a una ni a dos regiones españolas sobre las decisiones de nuestro país como conjunto. España debe poder reformar su Constitución aunque voten en contra todos los habitantes de una única de sus regiones, e incluso de dos.

Creo que la prioridad en estos momentos es recuperar el control sobre lo que a todos los españoles pertenece en Cataluña. Creo que las autoridades separatistas deben ser escarmentadas sin reparar en medios, incluida la fuerza militar, sin la que dudo que sea posible restablecer el acatamiento a la autoridad de las instituciones nacionales en Cataluña. Y creo que España debe revisar profundamente no solo su reparto de competencias entre instancias territoriales, sino su misma configuración territorial. Este no es un Estado Federal dentro del cual las entidades que lo componen tengan derecho a la existencia incluso en contra de la voluntad mayoritaria de la Nación. Este es un Estado esencialmente unitario, pese al alto grado de descentralización. Pocos discursos contribuyen tanto a destruir España como el de aquellos que afirman que Cataluña necesita a España tanto como España a Cataluña. ¡Necios!

Ni siquiera las naciones que de por sí son compuestas necesitan a sus entidades territoriales subordinadas a toda costa. Incluso un país federal tan profundamente descentralizado como lo son los EEUU puede poner en duda la pervivencia misma de sus Estados cuando estos emplean su extrema autonomía política (que allí siempre se ha considerado, pese a que probablemente el término sea una "contradictio in terminis", como soberanía limitada por la soberanía plena y superior de la Unión Federal y subordinada a la de ésta -lo que, más allá de la intrascendencia práctica, deja claro hasta qué punto se toman en serio la autonomía política en ese país-) para traicionar los vínculos que los sujetan al resto de los EEUU. Por eso hubo una Guerra de Secesión, a lo largo de la cual no se vaciló en deponer los Gobiernos de los Estados rebeldes, nombrar autoridades militares, suspender los procesos electorales e incluso alterar las fronteras de Estados como Virginia en contra de su voluntad (razón por la que el Gobierno paralelo unionista del Estado acabó constituyendo el Estado de Virginia Occidental).

España no atraviesa ni creo que llegue a atravesar prueba comparable a la Guerra de Secesión. Empero, eso no quita que esta sea la mayor crisis que enfrenta el país desde que el 1 de abril de 1939 terminara la Guerra Civil. Crisis de entidad suficiente como para encararla a través del recurso a medidas extraordinarias. Que, insisto, a medio plazo deberían implicar la revisión del mapa territorial español. El catalán que se siente español debe tenerlo claro: si de verdad está comprometido con la causa nacional, eso significará que para ´él la pervivencia de España es un bien superior a la pervivencia de Cataluña. La desaparición de la propia región como entidad política ni administrativa no puede ser un precio a pagar demasiado alto para quien de verdad está comprometido con su Patria. Me alivia profundamente comprobar como algunos catalanes comprenden perfectamente esto, y en caso de ser necesario no vacilan, caso de que Cataluña consumase su separación del resto de España, en plantear abiertamente la posibilidad de separarse a su vez ellos de Cataluña y formar la región que no estaría mal que de aquí a poco tiempo cobrara forma y se convirtiera en nombre aprendido por los niños en el colegio al igual que el del resto de las regiones españolas: Tabarnia.

En ese sentido, no puedo dejar de recomendar a cualquiera que lea esto el apoyo activo a todo proyecto encaminado a la secesión de Cataluña, que no es tan legítima como el independentismo, sino infinitamente más que este. Porque es realizable sin necesidad alguna de cambiar nuestra Constitución (quizá incluso a través de varias vías). Y porque además es un proyecto cuya base, digna de todo reconocimiento, es la fidelidad de una importante cantidad de catalanes a los lazos de toda índole, no solo jurídicos y económicos, que los unen desde hace siglos a la totalidad del resto de España. Lealtad admirable que los lleva a plantearse incluso dejar de ser catalanes antes que romper sus lazos con España. Y que no solo parece ser extensiva a los tabarnios, sino también a los araneses, que algunas informaciones apuntan a que podrían plantearse también solicitar que se los transfiera a Aragón o que se dote al Valle de Arán de un estatuto particular. Por todo lo antedicho, animo a todos a que sigan una serie de páginas de Facebook que yo mismo he empezado a seguir en los últimos días, como lo son las siguientes:

-Barcelona is not Catalonia.

-Tabarnia is not Catalonia.

-Gente de Tabarnia.

Algunos dirán que animar a la secesión intracatalana es echar leña al fuego, porque siempre hay quien llamará "leña" al agua que apaga los incendios. Pero imbéciles que merecen acabar sus días calcinados por las llamas a cuyo avivamiento contribuyen por la vía de obstaculizar toda forma de luchar contra su propagación los hay en todas partes. Es un tipo de gente con la que hay que apechugar. Sea como fuere, si yo apuesto por favorecer el favorecimiento no solo de la rehispanización sino también de la descatalanización de franjas de territorio catalán tan extensas como sea posible, esto se debe a que hace tiempo que veo claro que es la única forma de enfrentar a los soberanistas a su propia lógica y de calmar sus ansias de ruptura y expansión.

Los españoles debemos estar orgullosos de nuestra mejor Historia, pero España no puede ser eternamente esclava de los territorios que históricamente la han compuesto en calidad de entidades subordinadas, so pena de que éstos cobren vida propia y acaban amenazando su integridad. Esto es lo que ocurre en Cataluña. Es lo que ha ocurrido y probablemente volverá a ocurrir en el País Vasco. Y es lo que quizá ocurra en Galicia y otros sitios del país. Pero también es lo que no ocurre a niveles dignos de mención en ningún lugar de Francia. País que antes de su Revolución es posible que hubiera avanzado menos que nosotros en el proceso de construcción del Estado-Nación. Se ha llegado a un momento de nuestra Historia en el que la vida de nuestros territorios históricos probablemente suponga a medio plazo la muerte del país. Por eso mismo, debemos liberarnos para siempre del lastre que para la Nación suponen los posibles conatos de naciones existentes dentro de nuestro territorio.

Se ha llegado a un punto en que el enemigo de España es Cataluña. Lista a la que probablemente una mayoría de españoles incorporarían a País Vasco y a Galicia. Pero, aunque esto sea menos evidente a primera vista, lo cierto es que el enemigo de España también lo es Navarra, también lo es Aragón, también lo es Andalucía, también lo es Baleares, también lo es Valencia, también lo es Murcia, también lo es La Rioja, también lo es Cantabria. Lo es incluso Castilla (tanto la Nueva como la Vieja) y lo es incluso León. Y lo es el mismísimo Principado de Asturias sobre cuyos cimientos se asentó la obra magna de recuperación del suelo nacional a manos del enemigo mahometano andalusí.

Con esto no afirmo que todas las regiones hoy existentes en España deban ser suprimidas y sustituidas por otras. Lo que afirmo es que debería ser principio fundamental de la organización política territorial española el siguiente: que no hay territorio de España que deba considerar que su continuidad está garantizada a no ser que sirva a los intereses de la Nación en su conjunto. No hay territorio que tenga derecho a dar por hecho que España respetará para siempre sus actuales fronteras, denominación ni estatuto fiscal privilegiado al estilo vasco-navarro, ni tampoco ciudades que se sientan con derechos indiscutibles de capitalidad. Tenemos que rehacer nuestro viejo mapa heredado de Javier de Burgos, o de lo contrario los límites entre autonomías acabarán en muchos casos convertidos en fronteras. Contra el veneno independentista catalán existe un antídoto que tiene nombre y se llama Tabarnia. Pongámosle nombre a los antídotos que precisen el resto de regiones, y pongámoslo pronto. Y ya de paso racionalicemos nuestras fronteras interterritoriales. Que la aparición de Tabarnias a lo largo y ancho de la geografía nacional no sea motivo para que también aparezcan nuevos enclaves de Treviño ni del Rincón de Adémuz o justificados por improbabilísimas razones de mejor comunicación. IHS